domingo, 8 de febrero de 2009

FORMACION DEL ESTILO

Por: Jairo González Galindo -J. Marubari-

Andando se aprende a andar y, escribiendo se aprende a escribir. Se ha dicho que para ser original hay que pensar bien, sentir bien y expresarse bien. estas tres disciplinas las conseguirá
el novel escritor, dominándo bien el asunto. Mas para dominar bien el asunto es indispensable: El trabajo de la composición, en el cual puede la mente distinguir tres tiempos: uno, LA CONCEPCIÓN O, MEDITACIÓN necesaria para hacer un bosquejo o boceto general; dos, LA REDACCIÓN y, tres, LA CORRECCIÓN; ¡pulir, pulir y pulir!

Es preciso advertir, como requisito indispensable de la composición, que solamente después de larga práctica de escribir literariamente, se puede tolerar la redacción del escrito sin previa meditación, profunda y detenida; a falta de ella, hay que atribuir la multitud de obras mediocres. Siendo, como sabenos, toda obra literaria es expresión de pensamientos y sentimientos, el trabajo de la elocución deber versar sobre esos pensamientos y sentimientos, antes que sobre las palabras que lo expresan.

EL BOSQUEJO: Una obra o, simplemente un artículo, es el estudio inmediato, más concienzudo y particular del asunto, buscándo materiales de datos históricos, de materiales afines y de ilustraciones, tomado las notas exáctas que más convengan para el desarrollo de los pensamientos. Una vez hecho este trabajo, espontaneamente queda esbozado en la mente el boceto, el cual algunos prefieren dejar escrito a grandes rasgos para ayuda de la memoria.

Meditado y bosquejado el asunto, hay que encontrar la fórmula verbal más completa, esto es, los vocablos, el giro de las frases y los modos de decir que mejor vayan desenvolviendo el pensamiento que él despierte. No hay que perder de vista los siguientes puntos: Uno, el fin que se persigue; para volver sobre los propios pasos si se nota alguna desviación de él. Gran peligro hay en los principiantes y, en los que escriben a la ligera que introducen comparaciones, cuadros, párrafos brillantes, si se quiere, que pudieran ser de mérito en otra parte, pero que están fuera de quicio donde se han puesto, porque distraen la atención de lo que es esencial en el escrito.

Dos, hay que procurar siempre el justo medio entre los extremos viciosos, siguientes: a) concisión que llegue a la oscuridad; abundancia que genere una verbosidd. b) Descuido y desprecio de la forma y esmero tan nimio de ella que queden sacrificados la idea y el vigor del estilo. c) La vaciedad, la nimia familiaridad y la árida expresión; el rebuscamiento y el abuso de imágenes. Es preciso corregir, reforzar la expresión del pensamiento hasta darnos por satisfechos. Para esto ver si nos ha quedado: Uno, si se ha escapado alguna incorrección gramatical. Dos, Alguna frase que no concuerda con el tema o, el idioma; alguna dureza o cacofonía. Tres, son propias las palabras; ¿son expresivas? Cuatro, ¿No hay superfluidad o redundacia?. Cinco, Es uno el conjunto; ¿es claro? Seis, ¿No habrá incoherencias o contradicciones? Todos los maestros del bien decir han hecho suyo el consejo de Horacio a los Pisones:

"El drama reprobad, nietos de Numa,
que, después de sufrir largas enmiendas
no haya pulido con tenás porfía
por la décima vez lima severa"

No hay que desanimarse cuando la corrección necesaria de una palabra lleve consigo la modificación de la cláusula o del escrito entero. NO SE TRATA DE ESCRIBIR POR ESCRIBIR, SINO DE ESCRIBIR BIEN.

Tres ejercicios prácticos, recomiendo, para adquirir abundancia de léxico: Uno, lectura escogida y analítica. Dos, ejercitarse en nombrar los objetos que le rodeen. Tres, Tomar un texto y sustituir las palabras por otras equivalentes o sinónimas.

Ahora, para adquir la palabra propia y más expresiva: Uno, escribir o, copiar un texto, sustituyendo las palabras propias y expresivas por otras más genericas e impropias. Compare los dos escritos, para palpar la diferencia. Dos, tome las ideas expresadas en un buen modelo y redacte con ellas un texto a su modo. Leer el modelo, teniendo a la vista la composición a fin de que note la diferencia; fijese en la propiedad y expresión. Tres, conserve algunas páginas trabajadas y después de algún tiempo examínelas; deténgase en cada uno de los vocablos de que se sirvió, sustituyéndoles por otros más sugestivos.

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